Pandemia: Geopolítica de una vacuna (II)

 


En esta carrera, la más importante de los últimos 70 años quizá, los competidores se juegan
el posible liderazgo geopolítico mundial y regional de las próximas décadas.


Segunda parte

Muertes del personal sensible

Evitar las muertes del personal sensible debe entenderse desde una perspectiva amplia tomando en cuenta las consecuencias a mediano y largo plazo en la influencia geopolítica y la hegemonía en los mercados. Si bien la pérdida de toda vida humana es muy lamentable y debe ser evitada a toda costa, hay pérdidas que para una sociedad resultan mucho más sensibles. Piénsese en alguna figura histórica que ha resultado clave para el desarrollo de un país, para un descubrimiento científico, tecnológico o social que ha marcado pauta a nivel mundial o regional. ¿Cuánto se hubiera retrasado el desarrollo de la física relativista, si Albert Einstein, hubiese muerto antes de 1900?, O bien, cuánto se retrasarían los programas de investigación en computación cuántica de Google si una parte importante de su actual equipo muriese. No es que el desarrollo se vaya a detener, o que dependa solo de un conjunto pequeño de personas en el largo plazo, pero sí en el corto y mediano plazo. Por pequeño que sea un rezago, en las carreras tecnológicas en las que compiten las potencias mundiales, ese retraso es suficiente para perder la carrera, y con ello, mercados y posiblemente el liderazgo económico. 

Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos y Alemania estaban en la carrera por desarrollar la bomba atómica. De haber perdido Estados Unidos a Robert Oppenheimer o a John von Neumann antes de 1942, la realidad alterna presentada en la serie “El hombre en el castillo” podría no ser tan ficcional. Si bien es probable que de igual forma el proyecto se hubiese concluido, ese retraso bien podría haber sido suficiente para que Alemania ganase esa carrera, escribiendo una historia mundial muy diferente. 

Es así cómo, la pérdida de determinadas personas puede resultar muy cara en términos de desarrollo para una sociedad en particular, incluso para el mundo entero. Y es que, aunque algunos quisieran pensar lo contrario, ni el Covid-19, ni ninguna otra enfermedad discrimina entre quienes acumulan mayor o menor conocimiento, quien tiene más o menos recursos o quien ha llevado o no una vida ejemplar. Una vez alcanzado el contagio comunitario, todos somos vulnerables ante el virus.


Un sistema de salud colapsado

Ante una segunda ola de contagios en Europa y en Estados Unidos, se constata una vez más, que no existe más que la ilusión de poder elegir entre economía y salud pública. Eventualmente, un escenario de apertura económica, por desgracia, tenderá a un cierre sanitario cuando el sistema de salud colapse, como se ha demostrado ciudad tras ciudad, país tras país, siendo Costa Rica, en los últimos meses una extraña y hasta ahora inexplicable excepción. 

Pongamos un poco de atención a este escenario, ¿qué significa que un sistema de salud colapse? En general, implica que la cantidad de enfermos que necesitan atención médica hospitalaria será mayor a la capacidad que el sistema de salud puede manejar en el corto plazo. Es decir, que todos los recursos existentes en el sistema de salud estarán comprometidos y ocupados en la atención de pacientes COVID. 

A esto debemos sumar las emergencias por afecciones no relacionadas con este virus: infartos, accidentes de tránsito, accidentes laborales, enfermedades crónicas y un largo etc. Estos pacientes entran a competir por los poquísimos recursos disponibles en un sistema de salud sin camas hospitalarias, sin UCI, y con un recurso humano mermado.

Lo que se ha notado en otros países, es que la morbilidad de las otras enfermedades aumenta por la capacidad de respuesta disminuida del sistema de salud, el cual está siendo estresado por partida doble: un aumento en la demanda de sus servicios y a su vez una reducción del personal médico, por las bajas debidas a contagios. 

Las emergencias regulares y otros padecimientos, en un escenario sin pandemia no necesariamente resultan en la muerte de estos pacientes, existen recursos para atenderlos, pero cuando los recursos están ya comprometidos, las posibilidades de supervivencia de estas personas disminuyen sustancialmente, y con ello estaremos perdiendo vidas no sólo directamente asociadas al coronavirus, sino también por falta de recursos para atención de estos otros casos.

Tal nivel de ocupación forzará a los médicos a tener que  decidir a cuáles paciente se les da una segunda oportunidad de vivir y a cuáles no.

Lo que está en juego

Costa Rica, aun cuando no está en una competencia al nivel de las potencias mundiales, sí compite contra naciones con características socio-demográficas similares, con ellas luchamos continuamente por los mismos mercados de inversión y exportaciones. El poder salir antes de forma segura, podría hacer que el país gane mercados que antes no tenía e incluso con importantes ganancias. Igualmente, si se sale en falso y perdemos aún más personas por la epidemia; nuestros países competidores podrían ganar mercados que antes eran nuestros, y nos veríamos en serios problemas económicos. Sería un escenario con una importante pérdida de recurso humano, el cual implicaría que la tan ansiada recuperación económica, no se produciría aun cuando la pandemia ya no sea un factor determinante.



Todos los Gobiernos están enfrentados a una decisión imposible: levantar las restricciones para reactivar en alguna medida la actividad económica, ante el innegable costo que esto tendrá en vidas humanas  (y en conocimiento acumulado por personal clave), o continuar protegiendo la vida de las personas con medidas restrictivas que hunden aún más las deprimidas economías. Este dilema, esta decisión imposible, tendrá salida solamente con el desarrollo y acceso a una vacuna funcional. De manera que, el país que logre ser el primero en vacunar a su población, podrá poner a funcionar a plena máquina su economía, mientras los demás países aún continúan enfrentados a este sacrificio. De hecho los riesgos a nivel económico, de perder a personas que sean clave para el desarrollo empresarial, superan por mucho el riesgo de la pérdida económica inmediata. Un escenario como este podría visualizarse de manera más simple, si se piensa en una empresa que haya logrado mantener su planilla y “know-how” intacto en este tiempo, versus otra(s) que tuvo bajas sensibles en su personal, que tendrá que dedicar recursos financieros y humanos para recuperar el ritmo de producción pre-pandemia. 

Si bien en un país como Costa Rica, extremadamente dependiente del comercio exterior y el turismo, seguiríamos afectados por la depresión del resto de economías, podríamos sacar ventaja de los países de la región en muchos aspectos, ser ese destino seguro, no sólo para el turismo, sino la inversión, ofrecer un destino donde las operaciones pueden funcionar sin restricción alguna o inversiones adicionales en equipos de teletrabajo. Esto sin mencionar, poder minimizar la pérdida de fuerza laboral, como ya se mencionó. En esta guerra contra la pandemia, quien logre detener primero sus pérdidas humanas, saldrá victorioso y será quien defina las reglas del juego geopolítico. 

En esta carrera, la más importante de los últimos 70 años quizá, los competidores se juegan el posible liderazgo geopolítico mundial y regional de las próximas décadas. No es de extrañar entonces, que en Estados Unidos existan presiones importantes por adelantar el uso de una vacuna aún antes de terminar la fase 3. Rusia hizo ya el anuncio de que está usando una vacuna y se especula que China tiene unos 2 o 3 meses de estarla también aplicando a su personal de riesgo. Claramente, quien logre antes la inmunización de su propia población, la ofrecerá a sus aliados políticos primero. Si fuera en efecto Rusia, podrían primero obtenerla Cuba y Venezuela antes que el resto de Latinoamérica, al igual posiblemente que si es China quien se adelanta. ¿Qué podría significar esto para nosotros, para el resto de América Latina? Que quedaremos rezagados por un tiempo, quizá de manera irreparable, perdiendo oportunidades ante nuestros vecinos. 

Se puede decir que en el orden en el que los países vayan teniendo acceso a la vacuna, en ese orden ganarán o perderán posiciones en la economía mundial, repercusiones que tendrán consecuencias por muchos años más. 

Como decíamos, Costa Rica, hasta ahora, pareciera un caso extraño, si bien tuvimos una subida muy importante de contagios y muertes a partir de julio-agosto cuando inició el proceso de apertura con el ingreso irrestricto del transporte de carga, y aún hoy seguimos sumando lamentables muertes diariamente y casos por cientos y a veces por miles, la curva fue exponencial por un tiempo corto logrando una cierta estabilidad después de eso. Con cada nueva medida de apertura, muchos temíamos lo peor, pero seguimos con cierta estabilidad, incluso en la última semana han habido descensos en hospitalizaciones y pacientes en UCI. La explicación...no la tenemos, valdría mucho la pena buscarla. 

Nuestro recurso más valioso sigue siendo el talento humano, aún así, Costa Rica claramente no está en esta carrera por la vacuna, sino a la espera de que una esté lista y que esté disponible para países en desarrollo. Pero esta excepción, esta rareza podría darnos una ventaja interesante en este escenario, si lográramos, como país, explotarla y sacar ventaja de ello. Sin embargo, nuestros dirigentes políticos están enfrentados en una lucha electoral prematura sin una visión más allá de lo que pasará en febrero de 2022, sobre esto último hablaremos en la siguiente entrega. 


Comentarios