Inteligencia Artificial: Esperanza versus temores

 


Por mucho tiempo ha sido una de las principales fuentes de inspiración de grandes obras de ciencia ficción. Hemos imaginado incontables futuros con robots a nuestro servicio, sumisos, rebeldes, y hasta los que quieren dominar a la humanidad y las inteligencias artificiales que lo logran, como en Matrix.

Como suele suceder, aquello que nos es desconocido nos genera fascinación y a la vez ansiedad y temor. Actualmente, cuando la inteligencia artificial es una realidad, aunque no en sus versiones más fantasiosas, nos sigue generando estos sentimientos, asociados principalmente a la posibilidad de pérdida de empleos que muchos vienen vaticinando. Y es que, aunque la IA parezca un concepto intuitivo, sus aplicaciones y posibilidades actuales no lo son tanto, y eso alimenta las fantasías del fin del mundo. Inteligencia artificial es en esencia lo que las palabras nos dicen: la réplica o el intento de replicar de manera artificial, los procesos cognitivos humanos. Es la tecnología que se alimenta de ramas como la matemática, estadística e informática en búsqueda de emular las capacidades superiores del ser humano, lo cual desde el punto de vista económico tiene su aplicación en el reemplazo de seres humanos que requieren espacios de descanso, salarios, y que además eventualmente podría enfermarse; es el sueño de todo gerente general, un ejército de autómatas que funcionan 24/7, sin quejas, sin cuestionamientos, sin dudas.

Pero .. no todo es lo que parece

Mucho se habla de la pérdida de empleos por la introducción de la inteligencia artificial en labores cotidianas, e incluso se han creado índices para medir el nivel de reemplazabilidad de los puestos de trabajo, lanzando las alertas sobre lo que se debe hacer o no para poder conseguir un trabajo en un futuro que cada día se siente más distópico. Pero todas esas posiciones, que por cierto son las que en este momento hacen más ruido, no toman en cuenta lo que en realidad es la inteligencia artificial e incluso cuáles son sus límites reales, pero, siempre una visión más amplia puede ayudar a tener mejores resultados y mostrar que el futuro será interesante, precisamente porque es humano.

Aunque el sueño de una entidad artificial inteligente es antiguo, este es un campo relativamente nuevo de las ciencias de la computación, que hasta épocas recientes ha tenido algunos avances importantes, especialmente con las redes neuronales, tanto las convolucionales como las generativas. La primera es un tipo de modelo que intenta emular la visión humana para identificar objetos, cuando a un sistema de control automático como drones y automóviles, se enriquece con una red neuronal convolucional, se le puede dotar de autonomía. Mientras que el segundo tipo, las redes generativas, han sido excelentes para crear textos, y no solo algunas palabras, si no que emula las capacidades de creación de los humanos, en este sentido sus utilidades se dan para crear correos electrónicos o notas entre personas con algunas instrucciones de un ser humano, también pueden generar código para algún programa igual solo pidiéndole a la red lo que se necesita.

En general, el problema que tienen estos sistemas es que funcionan bien, pero los investigadores no tienen la menor idea de porque funcionan de esa forma, e incluso hay enormes esfuerzos para saber qué es lo que estos sistemas nos están diciendo de nuestra forma de procesar la información o incluso aportar algo al enigma de la conciencia, cosa que en este momento está lejos de producirse en un sistema de IA. Existen razones teóricas fuertes y además que los resultados por más sorprendentes que sean, siguen siendo una copia de los patrones originales, en el momento en que la función de optimización es conocida, eso ya pone un límite fuerte a la posible evolución de estos modelos, pero, eso podríamos discutirlo en otro ensayo.

Sabemos que los resultados de estas inteligencias son bastante sorprendentes y ciertamente son sistemas que podrían sustituir a seres humanos en ciertos trabajos. Pero, ¿Realmente pueden?, la respuesta corta es no. Simplemente no tendría sentido evolucionar hacia una sociedad como la descrita por Asimov en El sol desnudo, eventualmente toda evolución terminaría y se convertiría en una repetición perpetua. Tal como, vemos en Fundación y Tierra, también de Asimov, son mundos que quedaron atrapados en un momento en el pasado, y solo fue posible el camino del deterioro y posterior colapso; pero el argumento no es de tipo moral, es simplemente lo mismo que sucede con nuestras obras de arte, edificios o cualquier artilugio humano después de ser creado, inicia su proceso de deterioro, y habría que invertir enormes cantidades de energía para poder conservarlo, cosa que a la larga funciona para recordarnos nuestro pasado y de dónde venimos, pero no para mantenerlo como cotidianidad. Cuando no se invierte en innovación constante, incluso los sistemas de inteligencia artificial más avanzados eventualmente se degradarán y caerán.

Aun así, siempre que se han producido nuevos instrumentos que ayudan en las tareas humanas se ve una posible sustitución de las labores e incluso siempre se habla de los peligros de esos inventos.

De la Edad Media para el Mundo, con amor

Por ejemplo, se dijo lo mismo de la imprenta, y como ese aparato “del diablo” iba a quitarle el trabajo a todos los que se dedicaban a la reproducción de libros. En cambio, lo que vivimos fue una proliferación del conocimiento como nunca antes en la historia de la humanidad. Lo que la historia no muestra es que las generaciones posteriores a la invención de la imprenta encontraron formas novedosas de ganarse la vida, por ejemplo, siendo escritor, o editor, trabajos que por el ritmo de creación de los escritos eran imposibles antes de la imprenta.

Pensemos por un momento en ese escenario, se tenía una sociedad en la cual el saber leer y escribir solo era para algunas personas de la elite feudal, esto simplemente por los mecanismos normales de la desigualdad. Así, las personas que podían escribir libros, eran un grupo muy reducido, o sea los escritores y editores eran un puñado nada más. Pero, como en toda época siempre se necesitaban de la reproducción de los antiguos libros, por ejemplo, los diálogos de Platón, la lógica de Aristóteles, la Biblia, así el esfuerzo de conservación de libros y demanda de nuevos hacía que los recursos dedicados a la creación de nuevos libros fueran pocos, pensar en un gremio que viviera de escribir y reproducir libros era en sí mismo una locura. Precisamente eso fue lo que se pensó en su momento con la entrada de la imprenta, va a dejar a muchas personas sin trabajo. Es obvio que esa generación sí pudo sufrir su obsolescencia, pero igual fue algo relativamente lento, poco a poco al bajar los costos de producción de los libros y de una mayor difusión del conocimiento, se crearon una enorme cantidad de nuevos oficios y de mayor valor agregado que aquellos empleos pre-imprenta. No se perdieron puestos de trabajo como se dijo en un inicio, simplemente las personas encontraron formas novedosas de sacarle provecho a las nuevas tecnologías, cosas que no eran vislumbradas por el inventor de la imprenta; pero precisamente eso es una revolución.

Con la inteligencia artificial es probable que pase lo mismo, no es solo la destrucción de puestos de trabajo, si no, que las personas incorporan esas herramientas a su vida cotidiana y les dará usos cada vez más creativos. Y de hecho es fácil imaginar por ejemplo el uso de los sistemas de generación de texto utilizados para que una persona escritora talentosa pueda generar mucho más de lo que puede generar ahora, dedicando más tiempo a la creación de las ideas, mientras que un sistema le ayuda a automatizar algunas tareas de escritura en la computadora. Lo mismo podría hacerse con el diseñador de las tapas de los libros, que los algoritmos le ayuden a plasmar su visión en un tiempo menor haciéndolo más productivo.

Y es precisamente esa la forma en que puede impactar más la inteligencia artificial, en aumentar por mucho la productividad y calidad de vida de las personas, por ejemplo, cuando se escribe un informe existen personas que son realmente lentas en el proceso de mecanografía, actualmente los sistemas de generación son capaces de transcribir casi perfectamente de la voz al texto, lo que hace que cualquier persona que esté haciendo un informe sea varias veces más rápida y si se complementa con un buen entrenamiento en estas herramientas, el cielo es el límite. Estas tecnologías liberan tiempo de las personas que podrán utilizarlo ahora en tareas de mayor valor agregado.

La esperanza de un mundo mejor

Lo mismo podría aplicarse con sistemas como drones, o sistemas de acceso remoto (telemedicina, por ejemplo) que permiten que una persona pueda sembrar o hacer un diagnóstico en campo aun cuando se encuentre a miles de kilómetros de ese lugar. Un agrónomo de uvas, podría no solo dar una conferencia remota, si no también podría mostrar en el campo como es que se realizan ciertas tareas de labranza, mostrar las características de las enfermedades, etc.

Los sistemas de inteligencia actuales, podrían tener un enorme impacto en la productividad del país, si no se piensa solo en la mentalidad extractivista de bajar costos y se da un paso adelante de apostarle a las personas y los posibles usos que podrían darle, que nosotros mismo no podríamos imaginarnos, como Gutenberg y la imprenta que ha hecho posible nuestro mundo.

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